Saturday, December 03, 2005

Nueva fundación intenta ayudar a los adictos a las apuestas

Imita el modelo de Alcohólicos Anónimos para tratar de salvar a los que no resisten el encanto de las ruletas, el póquer y las máquinas tragamonedas.

Miguel V. es un jugador consumado. En tres ocasiones ha intentado alejarse de las apuestas, pero su adicción ha sido más fuerte que su voluntad.


Este ejecutivo bogotano, de 39 años, juega en casinos de lunes a viernes. Una vez sale de su trabajo en una agencia de publicidad, busca una sesión de ruleta o póquer que no acaba antes de las 2 de la mañana.


A veces parte a su solitaria casa con cientos de miles de pesos que, de igual forma, volverá a apostar al siguiente día. En otras ocasiones, la mayoría de las veces, el saldo es de un rojo que enciende sus ojos cuando revisa al otro día, sin la euforia de la noche de juego, sus cuentas.


"Apenas duermo cuatro horas, pero prefiero llegar tarde a la casa para no pensar en las deudas que tengo", explica este adicto que, por cuarta vez, trata de buscar ayuda en otras personas para sanarse de su mal.


En sus anteriores intentos de escapar a la ludopatía, Miguel V. se sometió a los tratamientos de centros de rehabilitación, pero al regresar a su mundo volvió a caer en la fiebre de las apuestas. Ahora quiere asistir a las terapias de la Fundación Orientamos, una organización sin ánimo de lucro que sigue el modelo de Alcohólicos Anónimos para tratar de curar ludópatas.


Trastorno de los impulsos



¿Qué es ludopatía? Es un padecimiento mental crónico, progresivo y recurrente, incluído por la Organización Mundial de la Salud, desde 1994, en la clasificación internacional de enfermedades como un trastorno de los impulsos.


"Así me sentí durante décadas, como un enfermo mental que no tenía control de sus actos", dice Edgar V., un conocedor de los altos círculos y los bajos fondos de apuestas que decidió organizar Orientamos, un grupo de ‘ludópatas anónimos’, para ayudar a otros que, como le sucedió a él mismo durante más de una década, no pueden escapar al poder absorbente de los casinos.


"El juego patológico es un trastorno que puede definirse como un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de apostar, los cuales dominan la vida del enfermo en perjuicio de los valores y obligaciones sociales, laborales y familiares", explica Edgar V. en un escrito con el que promueve su propuesta.


A la Fundación Orientamos llegan personas que han arriesgado o perdido sus empleos, acumulado deudas o abandonado a sus familias. "También aparecen enfermos con síntomas suicidas o crímenes", comenta Ruben A., otro de los asistentes a las sesiones. Para participar es necesario reconocer que se padece ludopatía, tener intenciones de sanarse y conservar el anonimato del grupo.


La Fundación Colombiana Juego Patológico es otra de las organizaciones que ofrece terapias para sanar la adicción al juego. Aunque también es una institución sin ánimo de lucro, el tratamiento ambulatorio de dos meses cuesta 1,500.000 pesos. Los ludópatas tienen asesoría psquiátrica, psicológica y legal.


Esta organización, que ha curado a centenares de adictos al juego, funciona hace 4 años y es reconocida en medio del fervor de los casinos y las apuestas.


‘Necesito ayuda’


La escena de ver llorar a Miguel V. mientras les pide ayuda a los otros ‘ludópatas anónimos’ que asisten a una de las reuniones del grupo, es estremecedora. El adicto, a pesar de ser funcional y haber mantenido su empleo, tiene historias para contar y querer huir de los casinos que le arrebataron una familia, dos casas y varios carros.


Su historia estremece a los otros adictos. "Este es un mal viejo. En ‘El Jugador’ de Fedor Dostoievsky ya está la angustia de los que nos enfermamos por las apuestas", dice Edgar V. antes de dar inicio a su sueño: una noche más en la que varios apostadores anónimos se reúnen a intercambiar experiencias para alejarse de su mal.

'En mis apuestas perdí más de lo que tenía'

Me llamo Alfonso C. y estoy en el grupo de Orientamos desde las primeras sesiones.


Hace un par de meses conocí a otros adictos al juego que querían alejarse de su enfermedad.


Para ser sincero, no sé si pueda lograr mi objetivo. Apenas llevo un par de semanas sin apostar y ya siento que en cualquier momento voy a volver a caer. Lo he intentado todo. He ido donde psiquiatras, doctores, brujos y hasta al Club el Cóndor, en el centro de Bogotá. Allá se hace apuestas bajas, de 500 pesos. Yo me iba con 20.000 y me quedaba hasta tres días seguidos jugando póquer, pero por perder menos plata uno no está curado del mal. Yo seguía durmiendo mal, tenía sudores fríos y ansiedad de seguir en el juego.


Esta es mi última apuesta. Ya perdí más de lo que tenía.

Recomendaciones para los jugadores y sus familiares>



El que tiene que perdonarse es uno mismo.


Las mentiras del jugador son una consecuencia del juego y forman parte del problema que hay que resolver.


Una vez que el jugador ha contraído deudas tiene que remediarlas, pero resolver el problema económico no es resolver el problema del juego.


La familia es una ayuda para solucionar los problemas, pero el responsable es el jugador.


El apostador es la única persona capaz de arreglar, con fuerza de voluntad, su problema.


El jugador es un enfermo y, por lo tanto, debe ser tratado con cariño y respeto por su círculo íntimo.


Sin embargo, no se deben aprobar ni permitir las acciones negativas en las que incurre a causa de su adicción.


El apostador tendrá que asumir que la tensión en la familia permanecerá durante mucho tiempo.


Dicha situación tensionante forma parte del problema del juego y no desaparecerá aunque este algún tiempo sin apostar.


Ser jugador no significa ser mal padre, mal hijo o mal esposo.


Ser apostador significa tener un grave problema que necesita tratamiento.


La relación entre el padre y sus hijos es un tema importante con independencia del juego.


La ludopatía, como cualquier otra adicción, es una enfermedad que requiere un proceso de acompañamiento familiar lento para su recuperación total.


Volver a apostar no significa que todo está perdido. Es apenas un motivo más para continuar.

HÉCTOR CAÑÓN HURTADO
Redactor de EL TIEMPO


Con Información de www.juego-patologico.org y Fundación Orientamos.